• Y aunque las noches lluviosas le recordaban a ella, a esas hermosas noches bajo las sabanas en las que no había más que dos cuerpos amándose sin limites hasta el amanecer, nunca se atrevió a nombrarla ni escribirle, supo que no debía molestarla, qué ella era feliz.

    Y aunque las noches lluviosas le recordaban a ella, a esas hermosas noches bajo las sabanas en las que no había más que dos cuerpos amándose sin limites hasta el amanecer, nunca se atrevió a nombrarla ni escribirle, supo que no debía molestarla, qué ella era feliz.

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