Necesitamos amigos, no porristas. Amigos que nos muestren firmemente nuestros errores, amigos que descubran nuestros puntos ciegos, amigos que no nos permitan mentir ni perder la moral, que se dirijan a nosotros con honestidad radical y al mismo tiempo con la compasión y la ternura necesaria para decirnos la verdad, porque las palabras de un amigo no son halagos de inspiración superficial. Los grandes amigos están enfocados en el peso y significado del propósito de su union celestial, no en acuerdos infantiles y protocolos sin sentido. Los verdaderos amigos no te hablan de Dios, te llevan a Dios. Los verdaderos amigos usan nuestra debilidad para acercarnos al amor eterno, están listos a protegerte y a intervenir para ayudarte. Los amigos no solo están dispuestos a cargarte un día, sino toda una temporada. La amistad debe superar las costumbres y defectos humanos, la amistad es un don sobrenatural, un regalo suave y fresco, la joya y el fruto del amor puro sin egoísmo y sin envidias. iVivan los verdaderos amigos!