Moverse nos cambia los átomos, el punto de vista, la forma de respirar, irse y volver y así siempre porque quedarse quieto es mala señal, un augurio oscuro del destino final, cuando ya no hay más, cuando estos huesos ya no viajen, cuando al dejar de partir ya no haya un sitio donde llegar y nos quedemos estáticos, hasta entonces hay que seguir caminando, nada contra la corriente o volando, aunque todo nos cambie nada vuelve igual que cuando se fue y eso es la mejor señal de que seguimos vivos.