• Interés mentiroso. Cuando el interés es mutuo, nadie pierde tiempo en querer disimularlo. A quien te quiere, se le nota. Se le sale de las manos. Se le ve en la mirada. Tiene un gesto. Un acto. Un algo que se le impone y necesita demostrarlo. No hay distancia. Vacaciones. Complicaciones. Falta de tiempo. Cansancio. Ni mañana. Con el desinterés pasa lo mismo. Cuando a alguien no le importas, se le nota. No hay desengaño. No hay desilusión. No hay futuro frustrado. Hay señales que uno se traga porque no quiere ver. Ver, a veces, atenta contra la esperanza. Cuando lo único que se tiene es esa carta, no cualquiera la apuesta. Apostar lleva, de gancho, la renuncia a una espera como inútil. No es fácil irse queriendo. No es fácil asumirse no querido. Entonces, uno cree lo que no existe. ¿Inventa? No. Se lo cree. Dicen que no existe nadie más vulnerable a creerse algo falso que aquel que necesita que esa mentira sea cierta.

    Interés mentiroso. Cuando el interés es mutuo, nadie pierde tiempo en querer disimularlo. A quien te quiere, se le nota. Se le sale de las manos. Se le ve en la mirada. Tiene un gesto. Un acto. Un algo que se le impone y necesita demostrarlo. No hay distancia. Vacaciones. Complicaciones. Falta de tiempo. Cansancio. Ni mañana. Con el desinterés pasa lo mismo. Cuando a alguien no le importas, se le nota. No hay desengaño. No hay desilusión. No hay futuro frustrado. Hay señales que uno se traga porque no quiere ver. Ver, a veces, atenta contra la esperanza. Cuando lo único que se tiene es esa carta, no cualquiera la apuesta. Apostar lleva, de gancho, la renuncia a una espera como inútil. No es fácil irse queriendo. No es fácil asumirse no querido. Entonces, uno cree lo que no existe. ¿Inventa? No. Se lo cree. Dicen que no existe nadie más vulnerable a creerse algo falso que aquel que necesita que esa mentira sea cierta.

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