Hay mucho sobre mi destino que está fuera de mis manos, pero hay algunas cosas que puedo controlar. Puedo decidir como paso mi tiempo, con quien interactúo, con quien comparto mi cuerpo, mi vida, mi dinero y mi energía. Puedo seleccionar lo que como, leo y estudio. Puedo elegir como ver las situaciones en mi vida, como oportunidades o maldiciones. Puedo escoger mis palabras y el tono de voz con el que me dirijo a los demás. Y lo más importante, puedo elegir mis pensamientos.